lunes, 25 de enero de 2010

Capitulo 0. The beginning

Todo empezó en el mes de septiembre, cuando nos iniciábamos en el Erasmus y todo parecía ir bien. Hacía buen tiempo, comenzábamos a hacer los primeros amigos, encontramos, por fin, un piso amplio y espacioso donde poder montar las fiestas que en nuestras mentes habíamos estado imaginando todo el verano, pero como siempre empezaron a surgir algunos problemas…el piso consistía de 2 habitaciones individuales y una doble, por la que Antonio i yo (Emilio) teníamos lo que buscábamos, pero… a quién metíamos en la compartida?





Aquí empezó una ardua y complicada búsqueda de perfiles variopintos y sujetos de todo tipo: chicas que no les gustaba la idea de compartir piso con chicos, chicos que no les gustaba la idea de compartir habitación, etc, etc. Hasta que estando ya en Torino, sólo en el piso, pensé en comprar un usb para poder conectarme y buscar a gente a través de internet. Tuenti, bakeka, erasmusworld, … miles fueron las fuentes de búsqueda, pero al final… ¡Voilà! Facebook respondió a nuestras plegarias. Dos chicos polacos que buscaban una doble respondieron a un mensaje que había publicado ofreciendo piso. Al día siguiente, quedé con uno de ellos, se llamaba Tomek, un chico de pelo oscuro, delgado y a simple vista…majo. Le enseñé el piso a duras penas, practicando un inglés ya olvidado en mi cabeza desde hacía años. A él le encantó el piso, y a mí la idea de compartir piso con gente de otras culturas y poder practicar otro idioma. Todo parecía perfecto. A los dos días se instalaron los polacos ( Tomek y Raffel ) y llegó Antonio , ya teníamos el piso al completo y listo para comenzar nuestra convivencia. Era nuestra primera experiencia en un piso de estudiantes, la primera vez que salíamos del “nido”. Sartenes, lavadoras, fregonas y cacerolas eran en más de uno conceptos totalmente nuevos a los cuales nos debíamos de acostumbrar….o,¿ no?

Fue menos duro de lo que nos pensábamos (al menos en mi caso) el aprender a cocinar los primeros platos ( macarrones y spaghettis en su gran mayoría), el aprender a lavar tejanos y camisetas, y mantener un cierto orden en el piso. Cabe tener en cuenta también que era la única tarea de responsabilidad que teníamos. Por el resto, érasmos jóvenes, con un piso para nosotros y en las cuentas unos miles de euros que habíamos estado ahorrando desde hacía casi un año para poder vivir al máximo esta experiencia. ¿Qué más podíamos pedir?
A ser sinceros, básicamente vivíamos de noche, noche tras noche superaba la anterior. A mediatarde ya sonaba el recién comprado mobil Wind (llamadas y mensajes gratis, todo un lujo) con el plan para la noche. A las pocas horas ya estábamos como locos haciendo turnos para la ducha, preparando el botellón y de más utensilios para el desfase noscturno. A aquella alturas casi todo eran dudas, dónde bebíamos, con quién y a dónde íbamos después. Preguntas que con el tiempo, se contestaban por si solas, gradas, TODOS!, y lapsus/murazzi respectivamente. A partir de aquí empezó nuestra vida rutinaria de fiestas y viajes… ¡qué aburrida es la rutina! (…)


Emilio

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